Las circunstancias que llevaron a la erección de una parroquia de la basílica de San Pedro se remontan al s. XVI, cuando, con mucha probabilidad, fue necesario dar una nueva organización a los barrios cercanos a la “ciudad leonina”, como consecuencia también de los ingentes daños causados por el saqueo de Roma de 1527. Dichas exigencias coincidían, además, con los nuevos asentamientos de carpinteros, canteros, herreros y obreros de todo tipo que trabajaban en la gran obra de la nueva basílica.
El principal testimonio de una organización parroquial que abrazaba el área entre el Tíber y los Muros Leoninos, desde la Puerta Angélica hasta el Castillo de Sant’Angelo -incluidos el Borgo viejo y el nuevo- es el Status animarum redactado por don Giacomo Ercolani, primer párroco -y el más longevo conocido hasta hoy- y canónigo del Cabildo Vaticano. Por esta valiosa fuente sabemos que entre 1541 y el año sucesivo, la parroquia de San Pedro contaba con 903 almas. Don Giacomo Ercolani está también ligado a la fundación de la Archicofradía del Santísimo Sacramento, que aún hoy opera en la vida espiritual y litúrgica de la basílica.
Las actividades pastorales de la parroquia de San Pedro, de acuerdo con la vida litúrgica y espiritual de la basílica animada por el Cabildo Vaticano, se dirigen sobre todo a la acogida de los peregrinos y a la administración de los sacramentos, además de a la realización de itinerarios, catequesis y animaciones que mantienen viva la memoria de las enseñanzas del apóstol Pedro, primer obispo de Roma.
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