• Los sanpietrini

Los sanpietrini

La labor de la Fábrica de San Pedro se desarrolla cotidianamente gracias al trabajo del personal “sanpietrino”, que se ocupa de la acogida, la vigilancia, la limpieza y el mantenimiento de la basílica vaticana. La formación del grupo de los sanpietrini se remonta a principios del siglo XVIII, cuando el fin de las obras de construcción de la basílica impuso a la Fábrica de San Pedro una nueva misión: la decoración y el mantenimiento de los complejos y vastos espacios del templo. En un momento en el que razones financieras y funcionales imponían un cambio, fue necesario reorganizar el personal, diversificando y especializando la mano de obra interna para realizar de forma autónoma los trabajos que hasta entonces se habían externalizado. Así, los sanpietrini compensaron la reducción de los recursos económicos y, para satisfacer las necesidades de un edificio único en su género, pusieron en práctica los conocimientos adquiridos por generaciones de obreros. Es significativo el hecho de que, precisamente en estos años, los trabajadores de la Fábrica empezaron a llamarse “sanpietrini”, signo de un deseo de distinción y de una clara pertenencia a la Basílica de San Pedro.

Un primer grupo de expertos sanpietrini se configuró en torno a la figura del joven y brillante Nicola Zabaglia (1664-1750), personaje destinado a desempeñar un papel sumamente interesante no sólo en el seno de la Fábrica de San Pedro, sino también, más en general, en los círculos romanos de la construcción. La figura de Zabaglia representa el paradigma del sanpietrino: a pesar de haberse formado exclusivamente en un taller, fue capaz de medirse con los ingenieros y arquitectos del siglo XVIII, que apreciaron su ingenio, experiencia y habilidades, de las que no podían prescindir. Realizó una valiosa aportación con la invención de estructuras de madera que permitieron llevar a cabo de forma versátil, segura y económica las difíciles tareas de decoración y mantenimiento de los espacios basilicales. Precisamente en el diseño y construcción de estos dispositivos, los sanpietrini adquirieron un conocimiento sin igual en otros lugares, convirtiéndose así en el motor de las obras de la Basílica y situando la Fábrica de San Pedro en la vanguardia de la experimentación en técnicas de intervención y en la realización de andamiajes.

La Fábrica de San Pedro debe gran parte de su prestigio a la competente e ininterrumpida actividad de los sanpietrini, que han transmitido de generación en generación, con dignidad y orgullo, la tarea que se les confió, estudiando y experimentando métodos innovadores para coadyuvar en la restauración y el mantenimiento necesarios para la conservación de la Basílica Vaticana. A lo largo de los años, la pericia y la habilidad de los sanpietrini ha adaptado las innovaciones aportadas por la tecnología a las necesidades específicas de la Basílica Vaticana; ello es prueba de una marcada continuidad espiritual con sus lejanos predecesores.

En la actualidad, el personal sanpietrino está formado por unas ochenta personas: carpinteros, albañiles, estucadores, decoradores, herreros, fontaneros, electricistas, marmolistas, canteros e instaladores de andamios, así como por trabajadores genéricos. Dos equipos trabajan simultáneamente a diario para cumplir las tareas principales de recepción, custodia, limpieza y mantenimiento de la basílica vaticana y de las estructuras pertenecientes a ella. Tareas que son exigentes, debido a los parámetros arquitectónicos y territoriales de la basílica, y al constante flujo de peregrinos y visitantes: más de 60.000 personas cada día, procedentes de todo el mundo.


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